domingo, 1 de abril de 2007

Café con Violetas


Estaban ellas hablando y una mujer muy bien peinada, rubia, muy bien teñida, muy bien aseada, abrigada y bien vestida, les dijo: hola bonitas, me puedo sentra, ¿si? ¿de verdad?Que bien. Buscaba, parecía, un poquito de sol. Y tenía el mentón como la abuela de una de ellas. Cantó una canción en francés que se titulaba Esperaré y recitó un poema de Neruda que decía que había escrito ella. Vestía un bisón que traía bordadas unas iniciales en la parte interior: AM. Angela Maldonado, francesa, decía ella. Angelle!!! Nos contaba cosas sueltas que aunque tenían un sentido se desmontaban al minuto porque no concordaban con lo siguiente. Afectada por la demencia senil o el malnacido del Alzheimer, Angela basaba su discurso en esto, aquello, aquí y allá, ¿me entendéis?. De su casa sabía que era el número 8 de allá, si nena! el número 8!!!!. Quién sabía nada. Nosotras queríamos tomar un café y la señora todavía no quería marcharse así que entrramos a un bar de cerca a merendar. Allí se acabó el variar, sus temas quedaron limitados y se repetían dentro de un ciclo cada unos tres minutos. Parecía que no retenía lo que acababa de pasar. Eso sí, bien puesta, bien sentada,una señora a la que le encantan las violetas. Dijo que Beatriz y Elisabeth eran los mejores nombres del mundo, aparte del suyo, y que éramos estupendas, ¿como os llamáis? Ah si, muy bonito tu nombre, y el tuyo también......¿como dices que te llamas? Oh, que nombre tan bonito! Tomó su café au lait en dos mitades, y no se quejó cuando dijimos que nos íbamos, que no la dejáramos nunca. Que el próximo día que nos viérmoa sne la plaza, bajaría aquello y nos lo enseñaría. Todos la habíuan querido mucho. Véte a saber con quién vive, qué hace, quién la viste, como funciona. Suerte que cuando está avanzado, el enfermo de Alzheimer no se da cuenta, la pérdida de memoria es de lo más triste que he visto en el mundo. Que la cuiden.

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