jueves, 3 de mayo de 2007

Mi vida no ha sido más que capricho, ilusión, pasión, deseo de soledad, desprecio del presente, anhelo del porvenir..."


THE RAVEN - Edgar Allan Poe-. (Boston, 1809 - Baltimore, 1849).

The Raven (El cuervo) es la composición poética más famosa de Edgar Allan Poe. Fue escrito en 1845. El poeta describe la angustia que le produce la muerte de su amada. Esa angustia la encarna un negro cuervo que, tras ser interrogado, responde una y otra vez: Nunca más, «Nevermore». Poema de ritmo obsesivo en el que la angustia se va apoderando del lector, lleno de rimas internas, la aliteración obsesiva de la erre va produciendo un desasosiego parecido al que produciría el roce de las alas de un cuervo al invadir nuestra vida cotidiana. El proceso creativo del poema es descrito por Poe en su ensayo Filosofía de la composición, en el que se explica paso por paso la metodología seguida por el autor para su realización.Han sido varias las traducciones que se han intentado de este poema al español, sin que ninguna haya podido considerarse definitiva hasta la fecha.




THE RAVEN
Once upon a midnight dreary
as I pondered, weak and weary
over many a quaint and curious
volume of forgotten lore
while I nodded, nearly napping
suddenly there came a tapping
as of some one gently rapping
rapping at my chamber door
"'Tis some visitor," I muttered
"tapping at my chamber door
only this and nothing more."

Muttering I got up weakly
always I've had trouble sleeping
stumbling upright my mind racing
furtive thoughts flowing once more
I, there hoping for some sunrise
happiness would be a surprise
loneliness no longer a prize
rapping at my chamber door
seeking out the clever bore
lost in dreams forever more
only this and nothing more

Hovering my pulse was racing
stale tobacco my lips tasting
scotch sitting upon my basin
remnants of the night before
came again
infernal tapping on the door
in my mind jabbing
is it in or outside rapping
calling out to me once more
the fit and fury of Lenore
nameless here forever more

And the silken sad uncertain
rustling of the purple curtain
thrilled me, filled me
with fantastic terrors never felt before
so that now, oh wind, stood breathing
hoping yet to calm my breathing
"'Tis some visitor entreating
entrance at my chamber door
some lost visitor entreating
entrance at my chamber door
this it is, and nothing more."

Deep into the darkness peering
long I stood there
wondering fearing
doubting dreaming fantasies
no mortal dared to dream before
but the silence was unbroken
and the stillness gave no token
and the only word there spoken
was the whispered name, "Lenore."
this I thought
and out loud whispered from my lips
the foul name festered
echoing itself
merely this, and nothing more

Back into my chamber turning
every nerve within me burning
when once again I heard a tapping
somewhat louder than before
"surely," said I
surely that is something at my iron staircase
open the door to see what threat is
open the window, free the shutters
let us this mystery explore
oh, bursting heart be still this once
and let this mystery explore
it is the wind and nothing more

Just one epithet I muttered as inside
I gagged and shuddered
when with manly flirt and flutter
in there flew a stately raven
sleek and ravenous as any foe
not the least obeisance made he
not a minutes gesture towards me
of recognition or politeness
but perched above my chamber door
this fowl and salivating visage
insinuating with its knowledge
perched above my chamber door
silent sat and staring
nothing more

Askance, askew
the self's sad fancy smiles at you I swear
at this savage viscous countenance it wears
Though you show here shorn and shaven
and I admit myself forlorn and craven
ghastly grim and ancient raven
wandering from the opiate shores
tell me what thy lordly name is
that you are not nightmare sewage
some dire powder drink or inhalation
framed from flames of downtown lore
quotes the raven, "nevermore."

And the raven sitting lonely
staring sickly at my male sex only
that one word
as if his soul in that one word
he did outpour, "pathetic."
nothing farther than he uttered
not a feather then he fluttered
till finally was I that muttered as I stared
dully at the floor
"other friends have flown and left me
flown as each and every hope has flown before
as you no doubt will fore the morrow."
but the bird said, "never, more."

Then I felt the air grow denser
perfumed from some unseen incense
as though accepting angelic intrusion
when in fact I felt collusion
before the guise of false memories respite
respite through the haze of cocaine's glory
I smoke and smoke the blue vial's glory
to forget
at once
the base Lenore
quoth the raven, "nevermore."

"Prophet," said I, "thing of evil
prophet still, if bird or devil
by that heaven that bend above us
by that God we both ignore
tell this soul with sorrow laden
willful and destructive intent
how had lapsed a pure heart lady
to the greediest of needs
sweaty arrogant dickless liar
who ascribed to nothing higher
than a jab from prick to needle
straight to betrayal and disgrace
the conscience showing not a trace."
quoth the raven, "nevermore."

"Be that word our sign of parting
bird or fiend," I yelled upstarting
"get thee back into the tempest
into the smoke filled bottle's shore
leave no black plume as a token
of the slime thy soul hath spoken
leave my loneliness unbroken
quit as those have quit before
take the talon from my heart
and see that I can care no more
whatever mattered came before
I vanish with the dead Lenore."
quoth the raven, "nevermore."

But the raven, never flitting
still is sitting silent sitting
above a painting silent painting
of the forever silenced whore
and his eyes have all the seeming
of a demon's that is dreaming
and the lamplight over him
streaming throws his shadow to the floor
I love she who hates me more
I love she who hates me more
and my soul shall not be lifted from that shadow
nevermore


El cuervo

Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es —dije musitando— un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.” ¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre. Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.” Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro, mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía.” Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más. Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar. Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Apenas esto fue, y nada más. Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. “Ciertamente —me dije—, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio.” ¡Es el viento, y nada más! De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más. Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. “Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—, no serás un cobarde, hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.” Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.” Sobrecogido al romper el silencio tan idóneas palabras, “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de ‘Nunca, nunca más’.” Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir granzando: “Nunca más.” En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más! Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. “¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua, tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente y olvida a tu ausente Leonora!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas. en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse.
¡Nunca más!

ACERCA DE EDGAR ALLAN POE:
Escritor romántico estadounidense, cuentista, poeta, crítico y editor, unánimemente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto. Es considerado el padre del cuento de terror psicológico y del short story (relato corto) en su país. Fue precursor asimismo del relato detectivesco y de la literatura de ciencia ficción, y renovador de la llamada novela gótica. Ejerció gran influencia en la literatura simbolista francesa, pero su importancia alcanza mucho más lejos: son deudores suyos toda la literatura de fantasmas victoriana, y, en mayor o menor medida, autores como Kafka, Lovecraft, Borges, etc. Su obra poética magistral El cuervo, es traducida por primera vez al español en el año 1887, por el poeta venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde.

No hay comentarios: