jueves, 1 de marzo de 2007

ENTRE JUANITOS - amándolos...

el amor a todos los seres humanos; se caracteriza por su falta de exclusividad. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos. En el amor fraternal se basa en la experiencia de que todos somos uno. Las diferencias en talento, inteligencia, conocimiento, son despreciables en comparación con la identidad humana común a todos los hombres.

La historia cuenta que había dos hermanos que se querían con toda el alma. Ambos eran agricultores. Uno se casó y el otro permaneció soltero. Decidieron seguir repartiendo toda su cosecha a medias. Una noche el soltero soñó: ¡No es justo! Mi hermano tiene mujer e hijos yrecibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo. Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que él sé de cuenta. A su vez el hermano casado soñó también una noche: ¡No es justo! Yo tengo mujer e hijos y mi futuro estará con ellos asegurado. A mi hermano, que está solo,¿quién lo ayudará? Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que sé de cuenta. Así lo hicieron ambos hermanos. Y ¡oh, sorpresa!, Ambos se encontraron en el camino, una misma noche, portando sacos una para el otro. Se miraron, comprendieron lo que pasaba y se abrazaron con un abrazo de hermano, aún más fuerte, y para siempre.
O, como lo expresó bellamente Simone Weil: «Las mismas palabras [por ejemplo, un hombre dice a su mujer, `te amo'] pueden ser triviales o extraordinarias según la forma en que se digan. Y esa forma depende de la profundidad de la región en el ser de un hombre de donde procedan, sin que la voluntad pueda hacer nada. Y, por un maravilloso acuerdo, alcanzan la misma región en quien las escucha. De tal modo, el que escucha puede discernir, si tiene alguna capacidad de discernimiento, cuál es el valor de las palabras» (Simone Weil, Gravity and Grace, Nueva York, G. P. Putnam's Sons, 1952, pág. 117.)

No hay comentarios: