viernes, 16 de febrero de 2007

PIENSO EN SI PUDIERA COMPRAR UN CUADRO QUE ANTES FUE UN LIENZO EN EL ATELIER DE MATISSE, KANDINSKY, GAUGUIN, DEGÁS...

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Según Arnold Hauser, las «obras de arte son provocaciones con las cuales polemizamos» mas que no nos las explicamos. Las interpretamos de acuerdo con nuestras propias finalidades y aspiraciones, les trasladamos un sentido cuyo origen está en nuestras formas de vida y hábitos mentales. Nosotros, «de todo arte con el cual tenemos una relación auténtica hacemos un arte moderno».
Hoy día, el arte ha establecido unos conjuntos de
relaciones que permiten englobar dentro de una sola interacción la obra de arte, el artista o creador y el público receptor o destinatario. Hegel, en su Estética, intentó definir la trascendencia de esta relación diciendo que : «la belleza artística es más elevada que la belleza de la naturaleza, ya que cambia las formas ilusorias de este mundo imperfecto, donde la verdad se esconde tras las falsas apariencias para alcanzar una verdad más elevada creada por el espíritu».
Buscar la verdad detrás de las apariencias !, puede haber una finalidad más elevada y atractiva ? El arte se transforma así en la prolongación de la acción, ya que no trata de imitar o reproducir, sino que traduce una realidad
metasensible para poner lo espiritual en la experiencia cotidiana.
El arte es también un
juego con las apariencias sensibles, los colores, las formas, los volúmenes, los sonidos, etc. Es un juego gratuito donde se crea de la nada o de poco más que la nada una apariencia que no pretende otra cosa que engañarnos. Es un juego placentero que satisface nuestras necesidades eternas de simetría, de ritmo o de sorpresa. La sorpresa que para Charles Baudelaire, es el origen de la poesía. Así, según Kant, el placer estético deriva menos de la intensidad y la diversidad de sensaciones que de la manera, en apariencia espontánea, por la cual ellas manifiestan una profunda unidad, sensible en su reflejo, pero no conceptualizable.
Para
Ernst Gombrich, «El arte, en realidad no existe. Únicamente hay artistas.». Más adelante, en la Introducción de su obra The Story of Art nos dice que no tiene nada de malo que nos deleitemos en el cuadro de un paisaje porque nos recuerda nuestra casa o en un retrato porque nos recuerda un amigo, ya que como hombres que somos, cuando miramos una obra de arte estamos sometidos a un conjunto de recuerdos que para bién o para mal influyen sobre nuestros gustos.
Siguiendo al mismo Gombrich, vemos como a los artistas también les sucede algo parecido : en el retrato de su hijo Nicolàs, el gran
pintor flamenco Rubens, lo representó hermoso ya que seguramente se sentía orgulloso del aspecto del niño y nos quiso transmitir su pasión de padre a la vez que artista; en el retrato de su madre, el gran pintor alemán Durero, la dibujó con la misma devoción y amor que Rubens sentía por su hijo, pero aquí vemos un estudio fiel de la cara de una mujer vieja, no hay belleza natural pero Durero, con su enorme sinceridad, creó una gran obra de arte.

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