lunes, 4 de junio de 2007

Amiga de Michel Houellebecq

Sus referencias
Baudelaire, El mejor de los mundos de Aldous Huxley, American psycho de Brett Easton Ellis, Kant, Auguste Comte, La montña mágica de Thomas Mann, The Book of Kells y... "Pif le chien".


El mundo de Michel Houellebecq
Jimi Hendrix, Neil Young, Schubert, Françoise Hardy, Leonard Cohen, Brian Wilson y les Beach Boys, David Crosby. Le ron-gengibre, los cigarrillos, Monoprix.


Biografía
Michel Houellebecq nació el 26 de febrero 1958 en La Réunion. Su padre, guía de alta montaña, y su madre, médico anestesista, pronto se desinteresan de su existencia. Una media hermana nace cuatro años después. A los seis años, es confiado a su abuela paterna, comunista, y de la que adopta el nombre como seudónimo. Vive a Dicy (Yonne), y luego a Crécy-la-Chapelle. Es interno en el Liceo de Meaux durante siete años. Su abuela muere en 1978. En 1980, obtiene su diploma de ingeniero agrónomo. El mismo año se casa con la hermana de un "compañero". Empieza entonces un período de cesantía. Su hijo Etienne nace en 1981. Se divorcia. Una depresión lo lleva a internarse varias veces en "medio psiquiátrico". Su carrera literaria empieza a los veinte años. Frecuenta círculos poéticos. En 1985 conoce a Michel Bulteau, director de la Nouvelle Revue de París, quien publica sus primeros poemas. Es el comienzo de una gran amistad. Bulteau le propone participar a la coleccion "Les Infréquentables" que creó en las "Editions du Rocher". Así es como se publica, en el año 1991, "Lovecraft, contre le monde, contre la vie". Integra la Asamblea Nacional como secretario administrativo. El mismo año aparece "Seguir vivo", en las "Editions de la Différence", y luego, con este mismo editor, el primer conjunto de poemas: "La búsqueda de la felicidad", que obtiene el premio Tristan Tzara. Conoce a Marie-Pierre Gauthier. En 1994, Maurice Nadeau publica "Extensión del ámbito de la Lucha", su primera novela, actualmente traducida a varios idiomas. Este libro lo acerca a un público más amplio. Colabora con varias revistas (L'Atelier du Roman, Perpendiculaires -de donde es luego excluído, Les Inrockuptibles). A partir de 1996, Michel Houellebecq publica bajo "Flammarion", donde Raphael Sorin es su editor. Su segundo conjunto de poemas, "El sentido del combate", obtiene el premio de Flore 1996. Sus obras "Seguir vivo" y "La búsqueda de la felicidad"-revisada para la ocasión- son reeditadas en un volumen en 1997. En 1998, recibe el Gran Premio nacional de Letras Jóvenes Talentos por el conjunto de su obra. "Intervenciones", conjunto de textos críticos y de crónicas, y "Las Partículas elementarias", su segunda novela (Premio Noviembre, traducida a más de 25 idiomas), aparecen simultáneamente. Se casa con Marie-Pierre. En 1999, co-adapta para el cine "Extensión del ámbito de la lucha" junto a Philippe Harel, dirigida por este último. Publica "Renacimiento", nueva antología de poemas. En la primavera del 2000 saca un álbum en el que sus poemas, grabados por él mismo, son acompañados por la música de Bertrand Burgalat y Jean-Claude Vannier. Michel Houellebecq vive actualmente en Irlanda, cerca de Dublin. Trabaja en un proyecto de libro sobre Lanzarote -fotografías y textos- para el otoño 2000.


Revista El Planeta (Mayo de 2000):

"Elegía al hombre. Michel Houellebecq" por Rafael Martínez.

Michel Houellebecq, el escritor polémico de moda en Francia ha desatado pasiones y discusiones en el panorama literario del continente europeo. Con su segunda y última novela, Las partículas elementales (Anagrama), la polémica y la división de opiniones han vuelto a espolear la escena de las letras carente desde hacía mucho tiempo de un escritor que fuera capaz de remover conciencias, de hacernos pensar, tanto si compartimos sus tesis, su particular forma de ver la vida, como si no. Ya en su anterior trabajo, y opera prima, "Ampliación del campo de batalla" (también editada por Anagrama en España), Houellebecq repartía a diestro y siniestro contra el capitalismo más salvaje –ese neoliberalismo tan en boga y que, según el escritor lo ha convertido todo, incluyendo el amor en particular, los sentimientos en general, el sexo también, en pequeñas parcelas de mercado. En Las partículas elementales, la crítica se centra en el Mayo del 68 francés y en la liberación sexual como una de sus consecuencias. Para el autor, esta pretendida liberación desnaturalizó al hombre, todavía inmaduro, y con ella la sociedad que surgiría a posteriori. O, mayor liberación individual, mayor desesperación. No en vano, el cuadro que presenta al inicio de la novela lo dice todo: una mujer burguesa, madre de dos hijos, reconvertida en hippie, abandona a éstos en busca de la liberación sexual. Y que conste que Las partículas elementales tiene buena parte de autobiografía.
"Este libro está dedicado al hombre". Preguntado a propósito de la actitud de los personajes de sus novelas, Houellebecq afirma que éstos no son seres abocados al vacío del llamado absurdo existencialista; sino que, en contraposición, son seres que no están absoluto contentos con lo que les ha deparado la vida, pero que han persistido en ella, y de ahí esa búsqueda (y posterior denuncia) de los problemas de la sociedad francesa actual -y por ende, de la sociedad occidental- que han provocado el malestar del individuo, sumido en la soledad, condición que enfatiza al titular su segundo libro y que resulta de las consecuencias –según él- de esa pretendida (en cualquier caso malograda) revolución, la del Mayo francés. Hemos llegado a un punto, pues, en el que el hombre es incapaz de amar, pues su hastío es mayor que la capacidad de relacionarse de una manera normal con los demás; y así, además, evitar las complicaciones propias de la búsqueda del amor, del sexo. El sarcasmo es un recurso propio de Houellebecq para, llegado el momento, proponernos una solución: ahí aparece entonces la clonación del ser humano. La desesperación es ya total, no hay remedio, no hay futuro.
A consecuencia de todo esto, es fácilmente comprensible que la polémica estallara en Francia y, posteriormente en otros países, en forma de debates, de pronunciamientos a favor y en contra, siendo Houellebecq tachado de "reaccionario" por sus más firmes detractores y, por el contrario, agasajado por otros, como el diario Le Monde que, a propósito de su candidatura para el Prix Goncourt, premio que mantiene en vilo a la sociedad literaria francesa a lo largo de todo un año, apostó por él, aunque finalmente no le fuera concedido (sí obtuvo, sin embargo, el Prix Novembre). Mientras tanto, las cifras de venta de "Las partículas elementales" se han disparado, convirtiéndose en un fenómeno social y editorial que ha sorprendido a editores y aun a la crítica, que tanto ha desdeñado el fenómeno Houellebecq por considerar que su literatura no es buena. Allá ellos…
"Presencia humana". Comparable a otros autores como Louis-Ferdinand Céline por su insolencia y fuerza en la narración, al Georges Perec de "Un hombre que duerme" –un libro en el que, un buen día, el narrador, que lo hace en primera persona, es víctima de una repentina lucidez que le revela verdades como que todo está dicho o hecho, la soledad del hombre; y de ahí la indiferencia para con su entorno y su vida anterior ante el descubrimiento- o a un Emil Michel Cioran por la aceptación de un mundo trágico, podrido, inexorablemente perdido para siempre, a Houellebecq todavía le queda tiempo para poner voz a unas canciones en las que, lo más que hace es susurrar, tararear, hablar con esa voz cansina que delata a un hombre tímido y hastiado, depresivo y cansado, entre otros epítetos que no podríamos rechazar. El disco, "Présence humaine", empieza a escucharse con voracidad por los lectores que han encontrado en Houellebecq un estandarte, un icono en el que mirarse y comparar con sus propias vidas; y comprobar que sí, que más de uno podría suscribir lo que dice este francés de aspecto enfermizo. Y no es que lo diga yo, no, que se sepa ya es todo un fenómeno, un Perry Blake o un Jay Jay Johanson de las letras a punto de ser consagrado, la misma melancolía en la voz.
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(Junio'07) - LA POSIBILIDAD DE UNA ISLA
RESEÑA: Este libro es una narración en primera persona de la vida de un bufón contemporáneo, un cómico de mucho éxito que se retira del espectáculo para vivir como un jubilado centroeuropeo en una zona cálida de la costa española. El problema de la clonación humana y el afán de inmortalidad, canalizado a través del mundo de las sectas, son dos asuntos clave en toda la novela. La desmitificación de la faramalla feminista, comunitarista e izquierdista también es digna de ser recordada.
(Por Agapito Maestre). El autor ejercita la crítica sin piedad alguna; un ejemplo demoledor de ese sano ejercicio son los comentarios, en la primera parte, sobre las revistas del corazón, que consiguen crear una humanidad artificial para consumo de imbéciles que jamás serán sensibles ni a la seriedad ni al humor. Pero recomiendo la lectura de La posibilidad de una isla porque Houellebecq plantea aquí problemas morales y políticos muy actuales y, sobre todo, porque habla de España. En esta novela aparece España en vivo y en directo. Aparece hasta la Guardia Civil. Aparece David Bisbal y una mujer española representativa de la generación X, desinhibida y promiscua, que rara vez utiliza ropa interior. Aparecen las nuevas formas de vida de los españoles, y sus conflictos generacionales. Aparecen descripciones interesantes de los garitos de prostitución de las carreteras españolas, y retratos exactos y tristes de sus visitantes. Houellebecq, como el que no quiere la cosa, muestra con desparpajo nuestros cambios culturales, nuestra flojera intelectual y hasta nuestros desvaríos morales. Es una novela escrita de un modo tan provocador, sugerente e inteligente que rebasa permanentemente las obviedades y el lenguaje políticamente correcto de nuestros creadores y novelistas. No entro en la valoración de la calidad literaria del texto, sino en su oportunidad política. Más aún: considero que tiene un lenguaje más pertinente que las ciencias sociales hispánicas y la narrativa española de hoy para captar e interpretar la realidad política de España, en particular, y Europa, en general.

Dudar de que, a veces, la literatura, no digamos el cine, puede captar mejor los problemas políticos que las ciencias sociales o los saberes políticos es una ingenuidad. Un prurito doctrinario del que está de vuelta de la nueva ciencia política, o sea, de quien sabe que la novedad no se capta sin un método clásico y "novedoso" a la vez, que no puede ser otro que el de la sagrada literatura. La creación literaria nunca ha necesitado transfusión de otros saberes para captar la realidad. La literatura es una dimensión imprescindible de la vida pública. Por eso, cuando hablamos o escribimos de la novela de Houellebecq podemos prescindir de las relaciones, ficticias o reales, del autor con la secta raeliana, o como se llame. No interesa. Sólo la novela se sobrepone a la "vida" del autor. Sólo la novela, sin necesidad de hablar de su autor, habla, escribe, en fin, crítica de modo acertado, a veces genial, una civilización sin pulso. Por lo tanto, el mensaje de la novela no puede ser otro que el schopenhaueriano, o sea, una forma real y pesimista de comprender al hombre de hoy y, sobre todo, al hombre que vendrá. Mensaje, sí, pesimista, pero absolutamente razonado y visible. Novela muy bien estructurada: continua alternancia entre el relato de la vida de Daniel 1, el hombre de hoy, y los Daniel 24 y 25, que viven dos mil años después, que lo leen y comentan. Son los hombres y sus clones.

He aquí la obra de un francés, Michel Houellebecq, que escribe desde San José, en Almería, sobre paisajes naturales y urbanos de España. La geografía física española está tan presente como la humana. Ejemplos de la primera son los recuerdos, que van, por ejemplo, desde el cabo de Gata hasta Lanzarote, pasando por el pico de Mulhacén y Sierra Nevada, Zaragoza y Madrid. Sí, Houellebecq escribe en francés con una clave genuinamente española, que sin embargo han descuidado por completo nuestros correctos y vacíos narradores. Este francés atípico ha escrito una novela interesante para España. A falta de una narrativa fuerte española, que ni de lejos se aproxima a la británica actual, propongo leer este libro como si se tratara de unos nuevos "episodios nacionales". Por supuesto, al lado de esa clave española, la obra de Houellebecq representa una de las críticas más serias que pueden hacerse en la actualidad a una sociedad por su falta de pulso moral. Los problemas morales –derivados especialmente de la clonación– que plantea no son menos graves que los problemas políticos de una sociedad sin valores morales. En este punto, la crítica a la sociedad francesa es implacable. Por lo demás, comparto la acertada crítica de Houellebecq a una civilización, la europea, sin pulso. El pesimista diagnóstico sobre la especie humana, sin embargo, va acompañado, a veces, de una propuesta clásica: afirmación, por un lado, de la fuerza del amor frente a los impulsos primarios y reivindicación; por otro, del ansia de inmortalidad. Vuelta a la genuina religión. No puedo dejar pasar, aunque sólo sea para terminar, una crítica. Me refiero a su lenguaje escaso, que hace que, a veces, el estilo se resienta hasta la vulgaridad.

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