jueves, 28 de enero de 2010

Bajo a tu casa. Subo de tu casa. Entro por la casa, salgo en la casa. Espero no convertirme en un fantasma que junta letras y no escribe nada. Deja que te recoja que te pregunte si olían las flores que tienes en la ventana. Te he traído una manzana, no he fumado nada. Puede que hable en un idioma con arcadas. Dime dónde has aparcado tu nave, siempre me gustó sentarme y volar. ¿O es que en ella se va de pie? ¿Dónde coño estás? ¿Me oyes? Este aparato va fatal. Fui a la tienda de la esquina, pregunté por ese libro, el último que les quedaba te lo habías llevado tú. Ya no podía hacerte ese regalo, ni yendo a otra librería, tú ya lo tenías. Pensé entonces en una tarta. Pero te la comerías antes de saber que la había fabricado yo. Luego tomé un largo paseo, vi que los árboles no se habían movido de allí. Pensé que aún y sin libro todavía quedaba ponerse una a leerte. Luego te llamé, no respondías al teléfono mientras te bañabas. Luego recordé que podía bañarme yo. Mientras lo pensaba alguien picaba a la puerta, dejé que pasaran, estaba llenando la bañera de agua. Corriendo fui a apagar el fuego, dejé la tetera preparada, después encendí un par de velas, finalmente me sumergí. Cuando desperté ya no quedaba nada, no existía el cable, ni habían inventado la imprenta. Como es lógico, pensé que te había soñado... Del susto, me morí. Y desde la muerte, dicto esta carta que es lo único que las palomas si que mandan.

2 comentarios:

Iliria dijo...

Hermoso, no sé ... sin palabras.
Estaba pasando de blog en blog y encontré esto acá ... sí vale la pena.

Gracias.

LULÚ dijo...

Gracias.
Di un paseo por el tuyo lo que hizo que también por Argentina... ;-)