jueves, 26 de marzo de 2009

No meterse en lo que no se puede comprender mientras a la espalda una sonata de otoño en primavera que hace saltar las lágrimas cuando trae recuerdos recientes que han hecho morir un presente aunque sea de ayer. Puramente tristeza. Faltan cálculos y comparativas entre anteriores meses de marzo y abril para escudarse con motivos que se ajusten a las circunstancias. Más grande es el que lo mira y lo vuelve a guardar en su bolsillo. Lo verdaderamente alentador es que no se puede hacer absolutamente nada cuando se ha visto más que aceptarlo con resignación. Permanecer atento al movimiento, salvarse a uno mismo debajo de cada sol, admirar la vida, extrañarse con ella, rebelarse. Podría ser problema de una monja. Y del puto Platón.

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